¿Qué tienen en común las mujeres de la provincia de San Marcos en Guatemala, de Kouté en Costa de Marfil y de Mali en África Occidental? Que todas ellas están comenzando a utilizar cada vez con mayor frecuencia estufas mejoradas para cocinar, beneficiando su salud, la de su familia y, de paso, la del medioambiente.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación en el interior de los hogares es un problema global, especialmente en los países de ingresos bajos. De acuerdo a las últimas cifras, 2.800 millones de personas en todo el mundo cocinan con biomasa - madera, carbón vegetal, residuos de cosechas, estiércol y carbón-, y casi cuatro millones mueren prematuramente cada año por problemas respiratorios, como neumonías o enfisemas relacionados con la aspiración del humo. Asimismo, a este tipo de contaminación se vincula la neumonía infantil, bajo peso al nacer, capacidades cognitivas disminuidas y enfermedades pulmonares crónicas en las mujeres.

En Centroamérica, por ejemplo, 20 millones de personas cocinan con biomasa en fogones abiertos o estufas rudimentarias.  El caso es particularmente crítico en Guatemala, Honduras y Nicaragua, donde se concentra casi el 86% de la población de esa región que utiliza leña para cocinar. Unas 37.000 personas, la mayoría mujeres y niños,  mueren cada año de forma prematura en el istmo por inhalar estos humos nocivos.

¿La solución? Cambiar esas estufas rudimentarias o fogones por cocinas mejoradas, que vienen con una chimenea para expulsar al exterior el humo que puedan producir. Estas versiones optimizadas, además, ayudan a utilizar menos biomasa para cocinar, salvando árboles y reduciendo las emisiones de CO2.

Pero la mayoría de personas que utilizan este método de cocción viven en países pobres y muchas de ellas no tienen el dinero para costear una de estas cocinas mejoradas cuyo precio varía, normalmente, entre 60 y 160 dólares.

Es por ello que el ahorro potencial en combustible por el uso de estufas mejoradas no siempre es un incentivo para aquellas familias que pueden acceder a la leña de manera fácil y gratuita. Las familias ven el humo como una molestia pero muchas veces no toman en cuenta la seriedad de los riesgos asociados a esta opción para cocinar. El tema va más allá del tipo de cocina que utilicen las familias: abarca la salud pública, el empoderamiento de la mujer, educación y gestión ambiental.

Varias organizaciones trabajan para ayudar a los más necesitados a financiar estas cocinas y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) es una de ellas.

Cocinas mejoradas en Costa de Marfil, Mali y otras partes del mundo

Kouté-Vila es un pueblo situado en Yopougon, en el oeste de Abiyán. La población que vive en este pueblo se basa principalmente  en la pesca y las actividades agrícolas para la obtención de alimentos e ingresos. El  attiéké (la sémola de mandioca) es el alimento básico que se produce en Kouté-Vila, y que también se consume en gran medida a nivel nacional.

Las mujeres que viven en este pueblo se dedican, principalmente, a la producción y venta de attiéké y aceite de palma.  Pero estas actividades requieren de una gran cantidad de uso de leña, generando emisiones importantes de CO2.

Un proyecto a cargo del Centro de Alfabetización para la Promoción de la Mujer, apoyado por el Programa de Pequeñas Donaciones del FMAM, apuntó a la reducción de estas emisiones por el consumo de leña incentivando el uso de las estufas mejoradas.

Como parte del proyecto, se entrenaron a 10 mujeres líderes de la comunidad sobre cómo construir estufas mejoradas. El resultado: 147 cocinas mejoradas y el conocimiento adquirido que será compartido más allá de su localidad.

Además, con estas flamantes cocinas nuevas se redujo en un 50% el consumo de leña, lo que permitió rebajar las emisiones de CO2 y salvar decenas de árboles del bosque Banco, un área protegida de Abidjan.

En Mali, un proyecto del FMAM sobre  energía en hogares limpios se enfocó en planes maestros de suministro de madera para combustible y respaldó el diseño e implementación de la producción eficiente de carbón. Un segundo proyecto respaldó la sustitución de combustibles por queroseno y gas licuado de petróleo y la fabricación de estufas eficientes. Para asegurar el suministro de madera para leña, se entregaron a la gestión comunitaria unas 874.000 hectáreas de bosques.

En Guatemala, el FMAM, a través del Programa de Pequeñas Donaciones, ha trabajado con comunidades rurales e indígenas en forma directa en la promoción y fomento de estufas ahorradoras de leña en vecindarios de Tacaná, Sibinal, Comitancillo de San Marcos y Nahualá de Sololá.

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Existen otros proyectos de estufas limpias respaldadas por el FMAM, como la iniciativa que promueve el uso de cocinas eficientes en el sector de producción de cervezas en Burkina Faso, y otro proyecto en Chad que se enfoca en las estufas mejoradas en las industrias micro y a pequeña escala de procesamiento de alimentos. Con estos programas, el FMAM también está ayudando a introducir estas cocinas más seguras y limpias en los lugares de trabajo.

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