Miles de grupos locales en todo el mundo enriquecen y empoderan a sus comunidades mientras trabajan para conservar las riquezas naturales del planeta.
En las afueras de la reserva de Yum Balam en México, un grupo de mujeres vende jabones y productos para la piel caseros y naturales.
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Basándose en la rica biodiversidad de la región por sus materias primas, es una empresa que las coloca en la primera línea de los esfuerzos de conservación en una región donde cerca del 96% de la flora es endémica.
“Aprendimos de las plantas medicales de nuestros abuelos,” cuenta María Piedad Tuz Ramírez, presidente Maya Dzak. “Ahora aprendemos cómo usarlas para hacer productos nuevos, pero siempre con el medio ambiente en la mente,” agrega.
Las comunidades indígenas han dependido durante mucho tiempo de los bosques para producir sus hierbas medicinales, una tradición que aún se conserva en la actualidad. Según Conservación Internacional, más del 40% de los ingresos de los medicamentos más vendidos del mundo siguen dependiendo de los productos naturales.
Por lo tanto, mantener los bosques en pie es mucho más rentable que su peso en madera, pero con la expansión de la agricultura, responsable de un 70% de la deforestación tropical, los esfuerzos de conservación en las regiones afectadas se enfoca en incentivar las actividades que promuevan el mantener estas áreas vitales en su estado natural.
Un ejemplo de ello es el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) que lleva adelante el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PUND), que empodera a grupos de la comunidad para que tomen medidas que protejan y reparen los ecosistemas únicos que tradicionalmente los han apoyado.
“Nuestros proyectos van de la mano con el medio ambiente,” afirma Ariana Torres Quirós de la Asociación de Mujeres Organizadas de Biolley (ASOMOBI) en Costa Rica. “En un momento se realizó un invernadero de árboles nativos de la zona para que los participantes sembraran, cerca de nacientes de agua y protegieran,” agrega.
Desarrollo de capacidades
Las mujeres de Maya Dzak y ASOMOBI representan dos de las decenas de miles de grupos y organizaciones comunitarias en todo el mundo que han recibido financiamiento directo para desarrollar sus habilidades, fomentar sus capacidades y llevar a cabo proyectos que tienen un gran potencial de generar beneficios para el medio ambiente global.
"El programa ha brindado muchas soluciones locales innovadoras a los problemas ambientales", destaca Pilar Barrera Rey, oficial de Operaciones del FMAM. "Muchos de los proyectos del programa han sido reconocidos con importantes premios ambientales que dan fe de su eficacia", agrega.
En los últimos 20 años se han distribuido más de US$460 millones en pequeñas donaciones destinadas a proyectos comunitarios, y casi US$ 600 millones en cofinanciamiento a iniciativas en más de 120 países.
“Al gestionar el financiamiento ellos mismos tienen mucho más control sobre la toma de decisiones,” explica Nick Remple, asesor técnico global del PPD. “Como consecuencia, pueden ejercer influencia en una manera que crea sentido de propiedad, responsabilidad y en definitiva sostenibilidad,” añade.
Al delegar la responsabilidad de los resultados de los proyectos a los beneficiarios, las comunidades pueden tomar control desde la base. Esto entonces fomenta su capacidad de planear, implementar, monitorear y evaluar los impactos que tiene en su propia comunidad.
"Hemos creado una guía para ayudar a las mujeres a solicitar subvenciones", explica Ixim Jacks, una beneficiaria del PPD en Guatemala. "Se alienta a las mujeres a que identifiquen las necesidades de la comunidad y elaboren propuestas para resolverlas".
De la misma manera nuevas oportunidades se han abierto para beneficiarios en Costa Rica.
A nivel global se han otorgado más de 20.000 pequeñas donaciones a la sociedad civil y organizaciones comunitarias. Algunos ejemplos son:
- Las bicicletas de bambú en Ghana
- La restauración de suelos degradados por vertederos abiertos en Minsk, Bielorrusia
- La promoción de la agricultura orgánica en Zimbabue para reducir el uso de químicos agrícolas
- La rehabilitación de especies marinas en peligro de extinción en Albania
Una mirada al futuro
En Yucatán, por ejemplo, más de 60 comunidades trabajan juntas para estimular la producción de miel en la región lo cual ayuda a proteger las poblaciones nativas de abejas y las plantas de las cuales dependen. Y esto es solo una muestra.
Hasta la fecha, cinco países de América Latina han sido promovidos, lo que significa que además de tener más recursos para otorgar y una mayor autonomía; los programas en Brasil, Bolivia, Costa Rica, Ecuador y México también han adoptado un enfoque más programático a los préstamos con el fin de abordar un mayor espectro de problemas ambientales. Estos incluyen:
- El desarrollo del ecoturismo en Costa Rica
- El uso sostenible de la biodiversidad en Brasil
- La planificación del paisaje y la resiliencia en Ecuador
"Para el FMAM, el PPD es un componente valioso de la estrategia global, ya que llega a los grupos de interés que están en el centro de muchos de los problemas ambientales en regiones de importancia mundial. Estas comunidades son algunas de las más afectadas por esos problemas y son sin duda parte de la solución", concluye Pilar Barrera Rey.
Desarrollar sistemáticamente las capacidades de los actores locales y nacionales de la sociedad civil para hacer frente a estos problemas será uno de los tres focos básicos para el período del FMAM-6. Los otros dos pilares se centran alrededor de la protección de los paisajes terrestres y marinos reconocidos a nivel mundial, así como la creación de mecanismos de apoyo institucional y financiero para el PPD.