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El Arrecife Mesoamericano, que abarca las costas de cuatro países donde viven 12 millones de personas, necesita de una respuesta regional para asegurar su supervivencia 

 

Desde la punta de la península de Yucatán hasta las islas de la bahía de Honduras, el Mar Caribe es reconocido por sus playas de arena blanca y sus aguas de azul turquesa. Pero debajo de la superficie se esconde otro tesoro medioambiental: el Arrecife Mesoamericano.

Esta vasta red de corales, que se extiende por más de 1.000 kilómetros y abarca cuatro países de Centroamérica - México, Belice, Guatemala y Honduras -, es famosa por su rica biodiversidad y atrae a una de las mayores congregaciones de tiburones ballena en el mundo, según WWF.

“La protección del arrecife es un aspecto ambiental clave”, explicó Andrew Hume, director adjunto de la Agencia WWF-FMAM. “No solo es de gran importancia para la biodiversidad, sino también por los múltiples servicios sociales y económicos que proporciona el arrecife”.

La ciudad de Cancún, en el epicentro de la península de Yucatán, encarna este delicado equilibrio. El turismo es el pan de cada día de esta vibrante urbe caribeña, que atrae a más de dos millones de personas al año a sus playas de arenas blancas. Y aunque no hay duda de que proporciona un auge importante para la economía local, tal cantidad de visitantes deja una profunda huella en los delicados ecosistemas de la península.

Ningún ecosistema sobrevive independientemente, y mientras la costa actúa como frontera física entre las áreas terrestres y marinas, la actividad humana puede tener consecuencias incalculables bajo las olas.

Por ello, para garantizar la existencia a largo plazo, es necesario un enfoque holístico para hacer frente a las principales amenazas que penden sobre el arrecife:

  • Las actividades locales y el turismo: Hoy el corredor mesoamericano es uno de los destinos turísticos más populares del mundo - el arrecife atrae a nueve millones de personas cada año. Pero con tantos visitantes a los que albergar, la expansión industrial amenaza las mismas maravillas que vinieron a disfrutar.
  • Presiones en las vertientes: Provenientes de las montañas y las tierras bajas del Caribe, las cuencas de los cuatro países fluyen hacia la zona de arrecifes. El desvío de las corrientes aguas arriba tiene efecto directo en el arrecife.
  • Sobrepesca: En la actualidad, casi todas las grandes pesquerías comerciales en el arrecife están sobreexplotadas. En 2009, para hacer frente al problema, se estableció una prohibición regional a la pesca de langosta durante el periodo de apareamiento. La langosta ha sido fundamental para la economía de la región durante más de un siglo, pero su número ha disminuido significativamente en las últimas décadas.
  • La escorrentía agrícola: El exceso de nutrientes procedentes de la agricultura son reconocidos como una de las principales causas de las zonas muertas en el arrecife. Aguas arriba, el sector agrícola utiliza el agua de los ríos para irrigación, pero también usa esas cuencas para deshacerse de los residuos, llevando la contaminación aguas abajo, rumbo al mar.
  • Especies invasivas: Detectado por primera vez en 2009, el pez león no tiene depredador natural en la zona y por ello se está reduciendo significativamente la biodiversidad en el arrecife.

 

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Una solución compartida 

Las fronteras marítimas solo existen en los mapas. La naturaleza es indiferente a los esfuerzos humanos para organizar la superficie del planeta en naciones y la contaminación no respeta límites.

Aunque entre el 70% y el 80% del arrecife está bajo la jurisdicción marítima de Belice, la mayor parte de las cuencas y ríos están en los tres países vecinos. Como resultado, cualquier esfuerzo de conservación debe contar con el apoyo de las cuatro naciones involucradas. Sin la colaboración de todos, solo se ataca una parte del problema.

"Este desafío también ha sido uno de los éxitos más grandes," destacó Hume. "Los cuatro países han acordado que esto es una prioridad para ellos, y quieren trabajar juntos para resolverlo". 

Este es el punto de partida para una inversión de más de US$ 9 millones por parte del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) para lanzar la iniciativa Ridge to Reef, un proyecto transfronterizo para promover la conservación de los arrecifes a nivel regional.

Si bien no es la primera actuación del FMAM en esa área, este nuevo proyecto es un ejemplo del enfoque "Ridge-to-Reef" (de las cordilleras a los arrecifes), que se centra en la interacción entre los ambientes marinos y terrestres. Como lo destaca Leah Bunce Karrer, especialista ambiental senior del FMAM, la naturaleza transfronteriza de este proyecto convierte a esta iniciativa en algo único desde el punto de vista de la conservación.

“El Arrecife Mesoamericano es una de las oportunidades más cruciales para promover el manejo ambiental integrado en toda la región”, agregó Karrer.  

Al reunir por primera vez a todos los gobiernos involucrados en el arrecife, el proyecto tiene como objetivo ayudar a enfrentar de manera estratégica, y de forma conjunta, sus mayores amenazas. 

Desde las fértiles tierras bajas a los bosques nublados, el corredor mesoamericano es un tesoro de biodiversidad, que también alberga a más de 12 millones de personas desde México a Honduras y es fundamental para las economías de los cuatro países.

Todas las partes interesadas, al aceptar este reto, han dado el primer paso para asegurar que el arrecife continuará produciendo beneficios importantes a los recursos marinos y la biodiversidad mundial para las generaciones futuras.

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